por PATRICIA ORTEGA, ROCÍO MELCÓN y ALBERTO IGLESIAS FRAGA


martes, 17 de marzo de 2009

Factores Psicosociales sobre las enfermedades sexuales

El principal hallazgo del estudio es que la manera en que estas enfermedades aparecen en el imaginario popular dista considerablemente de la perspectiva biomédica. Veamos brevemente algunos de los rasgos dominantes de la caracterización popular acerca de la ETS.

Los listados ofrecidos espontáneamente por varones y mujeres incluyeron ETS, síntomas, fluidos corporales, problemas ginecológicos e incluso enfermedades que no son de transmisión sexual. Fueron marcadas, además, las diferencias entre las respuestas según sexo. Con excepción del SIDA, mencionado por todos los participantes del estudio, varones y mujeres espontáneamente mencionaron diferentes ETS: "la pudrición" y la ladilla, ellos; la sífilis y las infecciones (en general, vaginales, urinarias), ellas. El dato no debe ser interpretado linealmente como "diferencias en el conocimiento". El pile-sort reveló que la mayoría de las mujeres conocía el término "pudrición", aunque no lo habían mencionado espontáneamente. Se pudo observar que, en términos generales, los varones tenían más información que las mujeres acerca de la posibilidad de prevenir las ETS y de la forma de tratarlas.

Las ETS fueron reiteradamente asociadas a la falta de higiene (personal, de sábanas y toallas, de los baños) y al contacto sexual con personas que "no se conocen". Fue llamativa la insistencia con que ambos géneros y, en particular los varones se refirieron a las ETS como enfermedades transmitidas por las mujeres. Algunos de los entrevistados relacionaron estas enfermedades con una categoría particular de mujeres ("de la calle", "de la noche", "sucias") pero la mayoría de ellos mencionaron que amigos y conocidos se habían contagiado de una ETS de una mujer (a secas). Las expresiones populares transmiten la idea de que las mujeres hacen daño, "pudren" o "pasan" las ETS a los varones.

"La menstruación fuerte que tienen las mujeres es lo que te produce todas esas enfermedades" (varón, 42 años).

"Tengo conocidos que han estado enfermos de hacer uso sexual con una mujer" (varón, 46 años).

"La pudrición es cuando estás haciendo el amor. La mina tiene un flujo fuerte y vos estás débil y te pudrís, por el flujo fuerte que ella tiene" (varón, 20 años).

"Decían que agarrás una piba y después te salen hongos" (varón, grupo de jóvenes).

En general, las ETS no son percibidas como enfermedades que pueden tener consecuencias sobre la salud o la capacidad reproductiva. El conflicto de pareja, los celos y la desconfianza fueron la principal consecuencia identificada por ambos géneros, si bien los varones mencionaron también la disminución del deseo sexual y/o la interferencia con la dinámica sexual.

El estudio evidenció claramente que aún existiendo percepción de riesgo (que los varones anclan en la "peligrosidad de los fluidos femeninos" y las mujeres en la "natural infidelidad" de sus parejas) no necesariamente se adoptan conductas adecuadas para prevenir las ETS. La escasa disponibilidad y capacidad para el "sexo más seguro" remite a una compleja trama compuesta de normas y valores, estereotipos, relaciones de poder, sentimientos (afecto, temor y vergüenza) y significados (i.e. que el preservativo "no es para el matrimonio"). Así, por ejemplo, resultó evidente que los mandatos culturales que definen la sexualidad masculina como "indomable" (el varón no debe desaprovechar oportunidades de contacto sexual) y/o postulan que correr riesgos es un elemento esencial de la masculinidad conspiran seriamente contra la capacidad de los varones de protegerse y proteger a sus parejas sexuales.

"El hombre se manda igual. `Yo soy hombre - dice - y lo hago'" (varón, grupo de adultos).

"Es un momento que le tenés que dar, si la mina se te entrega. En el momento no se va a pensar nada, creo yo. Te mandás igual, porque otra no te queda" (varón, grupo de jóvenes).

A su vez, los estereotipos y relaciones de género proveen a las "señoras de su casa" una protección imaginaria o afectan seriamente la capacidad de aquellas que se perciben en riesgo de decidir acerca de cómo procederán los encuentros sexuales. Muchas de las mujeres del estudio no creían que fuera necesario usar preservativo con sus parejas estables y otras declararon que no se animarían a proponerlo. Los temores acerca de la eventual reacción masculina y la vergüenza fueron las principales razones señaladas.

"¿Para qué usarlo si es el marido?" (mujer, grupo de jóvenes).

"No me animaría a decirle que use preservativo. Yo hace 11 años que estoy con mi marido... y lo conozco" (mujer, grupo de jóvenes).

P6: Es lo mismo que a tu marido le vayas y le digas que tenés que usar un preservativo...

PX: Claro.

P6: Yo no me animaría, no sé, pienso que me saca rajando...

Mo: Que te imaginás que pasaría?

P6: ...pienso que él se negaría, por él, no por mi, porque yo voy y soy directa y le digo, pero y él...claro, claro (risas).

P5: Aparte va a pensar que una no le tiene confianza...

PX: Claro.

P10: Si no le tenés confianza a tu marido, no sé...(mujeres, grupo de jóvenes).

Finalmente, para completar este breve presentación de los principales resultados de la investigación, una breve mención a la distinción ETS/VIH-SIDA. Los/as entrevistados/as tenían mayor información e información de mejor calidad acerca del VIH/SIDA que de las ETS. No obstante ello, se detectaron confusiones y creencias erróneas. Entre otras, que sólo los enfermos contagian; que los enfermos de SIDA no contagian porque están muy débiles; que sólo la mujer o el varón contagian; que el VIH se transmite por compartir un cigarrillo de marihuana o aspirar drogas; que la sangre infectada puede "entrar por los poros".


INFORMACION EXTRAIDA DE: Cad. Saúde Pública vol.14 suppl.1 Rio de Janeiro 1998

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